Hay muchas personas que después de una ruptura sentimental o una decepción, se quedan vacías, sin ganas de crecer, pensando que no tienen nada que aportar a la vida. Es entonces cuando escuchándote a ti mismo puedes lograr encontrar una salida fácil y sencilla pero muy gratificante para ti.
Con 23 años después de una ruptura dolorosa tuve la sensación de que el camino que había trazado con tanto esmero se había evaporado para no volver, ese destino que estaba preparado con mi nombre dio un vuelco a la historia y dejó un hueco pincelado de blanco sin nombre, sin destinatario, sin dueño. Fue entonces cuando me sentí totalmente vacía, con carencia de proyectos y desasosiego. Todas estas emociones me llevaron a pensar que sería útil y me sentiría de nuevo plena ayudando a los mas desfavorecidos. Tuve que pasar muchos obstáculos para poder llevar a cabo mi trabajo con la O.N.G. Madreselva en India.
Todavía después de 20 años puedo recordar ese sentimiento de soledad en el avión que me llevaba a Bombay. Envuelta en el humo de los fumadores del avión, las lágrimas se deslizaban suavemente impregnando el ambiente de una contagiosa melancolía. Había pensado marcharme pero no medí el miedo que sentiría mientras lo hacía y aprendí que al miedo hay que conquistarlo. La experiencia en India fue la mas gratificante de mi vida a parte del nacimiento de mis hijas.
Fui para ayudarlos y fueron ellos quienes me ayudaron a mí, me dieron tanta riqueza interior que no cabía en mí, me enseñaron a dar a cambio de nada, me enseñaron a vivir feliz sin necesitar nada, me enseñaron que hasta entonces me había preocupado de tonterías, me enseñaron a valorar los verdaderos problemas de la vida. Problemas que ves que existen y que tu tienes la oportunidad de atenuarlos aunque sólo sea aportando un granito de arena. Te das cuenta de lo infelices que somos en nuestra sociedad y de lo mucho que debemos aprender de ellos y sientes una profunda tristeza cuando piensas que debes volver y dejarlos.
Después de 6 meses me marché y mientras el jeep me alejaba de mi encantador convento y mis niños corrían detrás para despedirme, sólo quería llorar, cerrar los ojos y permanecer en ese estado de felicidad embriagadora de mi preciosa irrealidad. Quizás en otra vida volveré porque esa plenitud es muy difícil volver a experimentarla, tendría que volver otra vez, en esas mismas circunstancias y eso ya.....es imposible. Mientras, una voz titubeante me decía en mi interior :- tranquila Elia todo irá bien y fue bien porque recordaría toda mi vida a mis niños y mis monjitas.
Queridos amigos y amigas recomiendo sin ningún tipo de duda llevar a cabo una experiencia tan gratificante como curativa a esas personas que actualmente se sienten vacías, sin proyectos, con un camino sin trazar, sin obligaciones. No sabéis cuanto amor y enseñanza os llevaréis. Mi camino se trazó con mi nombre después de ese viaje y con los años me trajo hasta donde vivo, aquí conocí al que es mi marido y tuve a mis 2 tesoros. Espero que os haya gustado, está escrito con toda la sensibilidad que este tema comporta. Espero vuestros comentarios y si alguien necesita información sólo tiene que pedírmela.
