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lunes, 25 de noviembre de 2013

Maldita madurez

Hola chicos y chicas!!! Este fin de semana ha sido muy especial para mi, mi prima Lucia ha estado en casa con su marido pasando el finde. Ha sido una experiencia gratificante que me ha hecho recordar el pasado, ese pasado que en algún momento del camino guardé con nostalgia como si de un secreto se tratara. Unos recuerdos que por algún motivo ajeno se quedaron anclados en el pasado y que hasta ahora no han tenido la necesidad imperiosa de emerger.
Eramos dos primas que compartian las mismas aficiones, las mismas ilusiones y con una química difícil de superar. Podríamos decir que eramos dos primas autenticas, casi hermanas o eso decía la gente. Nuestros veranos eran amenos y placenteros, veranos de las mejores primas!!!!
Crecimos y ni la distancia quebró la cohesión que teníamos la una por la otra. Recuerdo mis vacaciones de semana santa en Málaga, tan deseadas todo el año y tan lacónicas a la vez. Eran mi excusa perfecta para ir allí a pesar de esas interminables horas de tren. Exprimiamos el día disfrutando de la playa y venciendo a la noche, eramos jóvenes, sin obligaciones, sin preocupaciones, sólo con ganas de vivir y consumir el poco tiempo que teníamos para estar juntas. Recuerdo esas caras de sorpresa cuando mi tía para asegurarse de que habíamos visto los tronos nos preguntaba por el color del manto de la virgen ¿ el manto de la virgen? y las dos nos mirábamos riendo, quizás era negro, quizás verde no sé.... en algún momento de la noche nos la habíamos cruzado pero  lo que realmente importaba  era lo bien que lo habíamos pasado, como habíamos traspasado la barrera del sueño y como exprimíamos las horas para no separarnos de nuevo.
El tiempo pasó y nos hicimos adultas, mayores, con obligaciones y dejamos de vernos. Jugamos con el tiempo cuando fuimos jóvenes y ahora el tiempo había jugado con nosotros separándonos. Las mejores primas pasaron a tener una relación cordial  y nuestras vacaciones juntas pasaron a formar parte de unos clausurados recuerdos. Actualmente vivimos a una hora la una de la otra y sólo nos vemos en eventos familiares, y cuando nuestras miradas se cruzan recordando las niñas que dejamos atrás, una vocecilla nos repite titubeante: MALDITA MADUREZ.


 A veces las personas del pasado vienen en el momento adecuado, no sabemos porque pero es en el momento justo. Hoy me he dado cuenta de que quiero recuperar esa relación, esa relación bañada de madurez pero dotada del mismo cariño que cuando eramos pequeñas.
 La infancia es la inconsciencia ,la adolescencia la pasión voluble, la juventud es efímera y dubitativa y la madurez, una obsesión por el futuro por recuperar el tiempo perdido.  Espero que os haya gustado el post de hoy, está escrito con nostalgia y con el máximo cariño a la vez.




                                                                        

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